Ensayo sobre la muerte

“Los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud”: Zorrilla

Bien se dice que las únicas cosas seguras que tiene el ser humano en esta vida son: la muerte y la incertidumbre. La muerte es todo un tema que tiene distintas percepciones e interpretaciones que se extienden a lo largo y a lo ancho de todas las culturas. Con el decurso del tiempo, el concepto de la muerte también evoca un lado oscuro y de temor para las mentes humanas. La muerte evidentemente es algo más allá de la vida, más allá del bien y del mal, y por supuesto el eje dualista de la vida.

Todo aquello que desconoce nuestra mente genera un miedo y un temor de una manera natural, no obstante, el poder abundar en un tema tan extraordinario como lo es la muerte, nos ha llevado a las más grandes glorias y también a las más grandes tragedias. Desde la instrucción dogmática que se les daba a los mirmidones, a quienes se les instruía el poder prepararse para tener una muerte con honor y de este modo poder trascender en la eternidad, hasta el modo profundamente lamentable en el que un ser como Bruto decidió dar muerte a su maestro Julio César en el Senado de Roma.

La muerte engrandece a los sentidos metafísicos, enarbola lo esotérico y también el efecto disruptivo de los augustos misterios de aquellas personas que ostentan un conexión con el más allá. En la semiótica del fenecimiento de cada persona, existe un ambiente cárdeno y gris, que se extiende por el negro tártaro y sobre los ríos de sangre de Tesalia. El eterno oriente abre las puertas de sus columnas a quien venció a la oscuridad y se consagro para pasar a gozar en la paz del olimpo. En el sonido de las muelas que provienen del valle de la muerte en donde las sombras se convierten en tinieblas.

La vida no termina aquí, para que exista la vida tiene que existir la muerte. En los sueños hay vida, también hay muerte, del amor nace la vida y en su ausencia la muerte. Los fantasmas comúnmente toman presencia dependiendo del grado adquirido de conciencia, también los arcángeles y en algunos casos Baphomet.

Existen diversas interpretaciones filosóficas y teológicas sobre la muerte, cada una muy particular y muy aplicada a la cultura propia de cada sociedad. Las posturas apolonicas y dionisiacas son más que palpables. Es muy normal que se rinda homenaje y celebración a la muerte. Es muy natural que las personas recarguen sus pensamientos en el pasado y en la memoria. Somos conscientes de que cada segundo que pasa, es un segundo menos que nos queda de vida.

Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte, los valientes gustan de la muerte una única vez.

Bien se dice que las personas que piensan en lo finito piensan en vencer a los demás, pero las personas que piensan en lo eterno, piensan en vencerse a sí mismos. Cuando un ser humano planea su vida por lo general piensa en los próximos 30 años, pero existe el gran desafió de poder pensar en más, pensar en mas es; pensar más allá de la muerte. Es pensar en la posibilidad de que lo que hagamos en vida puede trascender, vencer a la muerte y vivir en el recuerdo y en el honor.

“El ser humano es extraño, se pelea con los vivos y lleva flores a los muertos. Echa de casa a los vivos y pide un buen lugar para los muertos. Se aleja de los vivos y vive desesperado cuando estos mueren, pasan tiempo sin hablarse con un vivo y se disculpan haciendo homenajes cuando este muere. No tienen tiempo para visitar al vivo pero tiene todo el día para estar el velatorio del muerto”.

La vida se va muy rápido, se ve demasiado pronto. En un abrir y cerrar de ojos, se va en sonrisas y en lágrimas, se gasta en deseos y triunfos. La vida se pierde con el ego, se desperdicia con la envidia y con el odio, y la vida, la vida se entierra si no es acompañada por amor.

La muerte es la última línea que tenemos en este plano existencial, es el tiempo en donde pronto ya no existirá más tiempo. Que exista la reflexión más loable para entender que esta vida es prestada y que cuando la entreguemos tiene que ser con la frente en alto. No hay nada en este mundo que nos podamos llevar, pero si existe mucho que podemos dejar, dejar el honor, dejar la lealtad, dejar una memoria y la cátedra de que esta vida la vivimos con fe en nuestros ideales, con la esperanza en realizarlos, por amor a la humanidad.

“La muerte es el comienzo de la inmortalidad”: Robespiere

Por: Roberto Ahumada
Twitter: @ahumadaroberto
Correo: ahumda_rva@hotmail.com